lunes, diciembre 22, 2014

Lynch, cuenta, ama las fábricas. Ama el humo. Ama el fuego. Y ama que la naturaleza trabaje sobre estas cosas. Smith ama que el pasto de su jardín crezca desordenadamente y deje nacer los dientes de león y las rosas salvajes a placer. Ambos sonríen como aliados en algo delicioso e inexplicable. No les importa, dicen, si algo es bello o es horrendo. No les importa saber qué es bello y que no lo es. Les importa seguir creando a partir del influjo de esos accidentes naturales.

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