martes, enero 13, 2015

A sus 89 años, Carla Cordua está al día. Trabaja en su iMac, chequea papers en internet, lee a Slavoj Zizek (el Elvis de la teoría cultural según la prensa neoyorquina) y escribe ensayos sobre bajar libros en internet, dar besos o nuestra relación con la inteligencia artificial. "El problema de los chilenos es que se cansan tan rápido. ¡Y se sienten viejos a los 50! Si están en la flor de la vida. Hay un derrotismo que depende no de la circunstancia, sino que de la persona", reclama sentada en un sillón. Acaba de dejarle comida a un gato callejero que a veces entra por la cocina, duerme entre sus libros y se deja acariciar por ella. "¿Las tareas urgentes? Educar a todo el mundo. ¿No era lo que el movimiento estudiantil quería al principio? Lo segundo: enseñar a trabajar. Los niños deberían aprender que la vida no es un regalo. Enseñar a vivir es la tarea pendiente. Sería una enseñanza favorable al cambio". La intelectual se entusiasma y profundiza: "Hay que convencer a la gente que cada uno se proponga hacer cosas, cueste lo que cueste. Soy partidaria de la moral del atletismo personal. De proponerse llegar a una meta, y apenas se consigue, ya se está proponiendo otra cosa. Como los nadadores, quienes por más rápido que sean, traspasan sus propios límites. Eso no es muy corriente aquí. Nosotros los chilenos somos tirados para flojos. Por que nos vamos a cansar si no hacemos nada todavía". Ella dice que eso se nota con la tecnología. "Todos los años sale una nueva máquina que obliga a aprender cosas que uno no sabe. Y hay montones que dicen «es que no soy de esta época» Y se dan por muertos. Eso es grave. Una inmoralidad. Yo nunca me he declarado así".

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