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“Nos conocimos desde el primer día. Cada uno de manera diferente pero fuimos caminando la vida juntos. Unos venían desde la sangre que hermana por presencia. Otros llegaron con los primeros días del colegio y fueron permaneciendo siempre. Los demás vinieron desde horizontes muy diferentes. Vinieron desde las fiestas. Desde las familias que nos fuimos entrelazando como viejas enredaderas que no saben descubrir después su propio punto de partida. Se fueron sumando en las noches de bohemia, en las mañanas de clases, en los días de profesión. Todos distintos. Vocaciones diferentes e ideas antagónicas. Militancias incompatibles y proyectos divergentes. Pero amigos. Capaces de encontrarse con alegría renovada. A veces después de muchos años, Pero siempre amigos Sin inhibiciones para hablar de aquello que es común. Respetando aquello que separa. Alegrías que surgen espontáneas. Como torrentes contenidos que tienen prisa por llegar al mar. Recuerdos que unen tanto como el porvenir. Partes de las propias almas que se van reencontrando en rompecabezas que hay urgencia de completar. Porque ninguno resiste el vacío. Ni la ausencia del pasado, porque siempre hay que pisar sólidos para poder saltar. A veces me pregunto que hay de común entre todos. Tan distintos. Desconocidos entre sí. Tal vez, incompatibles. Y como respuesta surge siempre la constancia de que todos sienten su pasado con la melancolía que produce el presente. Nos queremos porque nos quisimos. Somos amigos porque fuimos amigos. Sabemos que estarán presente en la hora del dolor y la derrota. Jamás faltarán a la emoción que hermana Las vidas separan, Pero las raíces siguen viviendo del mismo suelo. Nadie puede dejar de ser de algún modo lo que fue. Podrá inclinarse hacia distintos puntos cardinales Bajo el peso de vientos implacables, Pero moriría si levanta la raíz de la tierra Por eso se sigue siendo amigos. De las formas más diversas. Con unos el camino siguió haciéndose codo a codo. Con otros se mantuvieron lazos sueltos Pero sintonía vital. Otros optaron por lo que uno no sabe ni siente. Por último están aquellos que sólo viven de afectos que nacieron y que no tenían razón para morir. Por eso uno tiene amigos. Y es feliz de tenerlos. Los quiere a cada uno a su manera. Se alegra con cada uno en su pequeña esfera de mundo. Siente con pena el golpe que martiriza O la tragedia que cobra precio indebidos. Al final quisiera tener un pequeño juicio final con mis amigos. Aquel día en que podamos hacer el balance de lo que fuimos. Levantar copas de amaneceres eufóricos que fueron dándole sabor a la existencia. Derramar sollozos profundos Sobre lo que pudo ser y no fue. .
"Nostalgias", Claudio Orrego Vicuña Editorial Del Pacífico, 1975, pág.83
Nota: 02 de junio de 2012 se cumplieron 30 años de la muerte de Claudio Orrego, quien murió a los 42 años, habiendo escrito 30 libros, todavía está presente su legado de amistad y sus carcajadas.
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