La tía con la cual compartimos tantas noches durmiendo juntas con sus perros.
Qué abría su casa para todos los primos y sobrinos.
Conversábamos con mi mamá y realmente fue como una imagen de abuela que reunía a la familia.
Preocupada de investigar toda la historia de la familia Downey Alvarado y de generar instancias para conocernos.
De ideas políticas fuertes, me invitó a ir a concentraciones el año 1988, cuando después ganó el No.
Sin querer, como son los Downey, líderes silenciosos, me enseñó de política, de feminismo y del amor a la naturaleza.
Ella cuidó a mi abuelo, mi abuela y a la mami cuando estaban viejitos, pero siempre gozando organizado grandes almuerzos para que todos los primos nos conociéramos.
Hacía las recetas de mi abuela y las escribía en calendarios para que todos las tuviéramos y las guardáramos en nuestro computadores.
Siempre estaba al día en la tecnología hasta el último minuto.
Escribió la historia la familia y nos mostraba fotos para que aprendiéramos de nuestras raíces, el Tata David con vestido cuando era muy pequeño, a mi me decía que me parecía mucho a la nana.
Una vez con la familia fuimos de vacaciones a Valdivia lo pasamos súper bien, porque con la Nini hacían una dupla humorística y le hacían chistes a mi mamá.
Con el papá siempre la íbamos a ver para copuchar en su cocina, siempre tenía nuevas recetas y picadas.
Le estoy muy agradecida de su generosidad , y que me enseñó a ser rebelde…sin darse cuenta.
Los últimos días volvió a ser muy tierna, esa ternura de los Downey, un olorcito a colonia Barcelato, una ternura de niña, los niños a los cuáles dedicó toda su vida con su jardín infantil en Brown Norte, como a sus perros y a sus plantas.
Espero que ahora se haya encontrado con la nana y el pipo, la mami, con Ramón, Juan, el Visco, la Chita, la Marija y estén contentos, comiendo, riéndose a carcajadas fuerte como se ríen los Downey , nosotros te tendremos siempre nuestro pensamiento y en nuestro corazón así llena de risa
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