Venía en el metro sentada. La joven de enfrente hablaba por teléfono celular con su abuelo. Le decía “abuelo no llores”. Hablo por 3 minutos. Y cuando cortó estábamos las cuatro mujeres sentadas llorando. Le pregunté Cuántos años tenía su abuelo. Me respondió que 90 y que vivía en Puerto Montt , que estaba bien de su cabeza , pero había estado un mes con el y la extrañaba.
Nos dijo “no lloren”. Entonces nos
pusimos a conversar. Yo le conté que había a cuidado a mi papá 8 años que tuvo
Alzheimer. La otra mujer era colombiana y vivía hace 10 años en santiago. La
otra mujer era de Osorno.
Le dije “los viejos son como los niños,
vienen a conectarnos con lo humano”.
Y nos vinimos conversando las 4 el resto
del viaje.
Sofía Downey Ureta
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